Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1573
Legislatura: 1894-1895 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 19 de noviembre de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 7, 141-142
Tema: Respuesta de Sagasta a las interpelaciones sobre las reformas del Gobierno y la cuestión de las Antillas

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): El país va juzgando del silencio del Presidente del Consejo de Ministros, que lleva tres días hablando.

Lo primero que se necesita para que, en efecto, pueda llegarse a una transacción patriótica, es que el Sr. Romero Robledo no diga las cosas que dice aquí de los unos y de los otros y del proyecto presentado; porque mientras duren estas discusiones, con el carácter que S. S. las da, yo no haré nada para intentar transacción ninguna, porque sería tarea inútil.

Lo primero que hay que hacer para buscar con éxito transacciones patrióticas entre dos partes que discuten con tanta vehemencia los problemas contenidos en las reformas, es establecer una atmósfera de calma, en lugar de la atmósfera de calor y de apasionamiento que S. S. hace todos los dial en el Parlamento.

¿Hasta dónde va a llegar el Gobierno en sus transacciones? Pues acaso fuera contraproducente que yo lo dijese, porque podría, en el hecho de decirlo, impedir la transacción. Así que lo que yo digo a S. S. es, que el Gobierno no ha de negarse a ninguna transacción patriótica entre los partidos que se disputan el predominio en la isla de Cuba; y en este sentido, claro está que, antes de hacer nada el Gobierno, tiene que oír a los unos y a los otros, para después resolver lo que estime conveniente, y, en último recurso, si no se llega a una transacción, quedarse con aquellos que más concesiones y más sacrificios hayan hecho en bien de su país y en bien de aquella región importantísima de España.

¿Cómo quiere S. S. que yo le diga cómo, con quién, cuándo, hasta dónde se va a hacer la transacción, antes de empezar los trabajos para hacerla, antes de disponer siquiera la atmósfera para realizarla? Si realmente desea el Sr. Romero Robledo que a transacciones patrióticas lleguemos, en lugar de hacer lo que hace, debe predicar a todos patriotismo, debe excitar a todos a prescindir de todo egoísmo regional y de todo interés y egoísmo particular, para transigir en lo que más convenga a los intereses de aquellas provincias; pero S. S. no hace otra cosa que excitar las pasiones y soliviantar los ánimos. ¡Buena preparación para ir a transacciones de ninguna clase! [141]

Yo no puedo ir más adelante en esta cuestión, porque me lo veda el patriotismo, porque lo creo contraproducente para la idea que lleva el Gobierno, porque podría entorpecer en vez de facilitar la transacción misma; y en este sentido, ¿qué más he de decir yo a S. S.? ¿Es que quiere S. S. que las palabras que yo pudiera pronunciar, por prudentes que fueran, manifestando la idea del Gobierno, sirvan quizá de obstáculo para que lodos entren en la transacción? Pues si eso no quiere el Sr. Romero Robledo, no exija al Gobierno lo que no debe y no puede decir en bien de todo y en bien de todos.

No tengo más que decir.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¡Qué cosas me atribuye el Sr. Romero Robledo! (Risas.) ¿Conque he dicho yo que mientras no se modere el Sr. Romero Robledo no hay transacción? No; no he dicho peso . ¿Cómo había de decir eso? ¿No conoce S. S. que yo sé que S. S. no se modera nunca? (Risas.) Lo que he dicho es, que mientras no se moderen las discusiones que a Cuba se refieren y mientras se solivianten los ánimos con ellas, no se prepara bien el terreno para ir a transacciones patrióticas. (Un Sr. Diputado: ¿Y la discusión del proyecto?) Eso es lo que yo he dicho y lo que sostengo. En lugar de estos debates apasionados, ¿por qué no dice S. S. lo que quiere que es necesario que conceda el Gobierno para hacer la transacción?

El Sr. ROMERO ROBLEDO: Ahora mismo se lo voy a decir a S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Ahí está el Sr. Ministro de Ultramar ; con él pueden discutir SS. SS. para llegar a la transacción; pero SS. SS. quieren que el Gobierno diga lo que piensa, y hasta ahora SS. SS. no han dicho lo que quieren. Empiecen por ir a ver al Sr. Ministro de Ultramar, como fueron a ver a su antecesor; expónganle sin pensamiento, díganle hasta dónde se puede transigir en bien de la Patria; pero no se exijan al Gobierno cosas que no puede hacer, y no contribuyan a que so solivianten los ánimos con estas discusiones apasionadas.

El Sr. ROMERO ROBLEDO: Lo que es difícil, inverosímil y casi indecible, es discutir, perdóneme el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, con S. S. Tiene S. S. una manera de ser tan original, que creo que de sus afirmaciones no queda la menor estela en su memoria. Todo se le olvida al instante; instantáneamente, apenas salen de sus labios los conceptos, yo no sé qué espíritu invisible pasa la esponja por su recuerdo.

¿No ha dicho S. S. esta tarde, y luego se asombraba de ello, que no habría reformas mientras yo no cambiara de modo de discutir? Cuando S. S. ha visto el absurdo, ha querido recogerlo y ha dicho que no. Voy a ver si es esto, y nos ponemos de acuerdo, porque si no será menester discutir con S. S. ante escribano. Vamos a ver si lo que ha dicho S. S. es esto : que mientras se discuta con esta violencia y no puede prepararse la transacción. ¿Estamos de acuerdo?

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Sí.



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